
Fin. Del primer acto y de toda la función. Ciudadanos era buena idea y no tiene futuro. Condicionado por la pose de santidad de los pioneros, de los que llegaron primero, con tanto miedo, sin implantación territorial, sin incorporar personas de reconocido prestigio, sin mensaje propio y sin trasponer nada del potente programa nacional, sin autocrítica por los decepcionantes resultados en Canarias: la culpa fue de la ley electoral, que es mala malísima..., pero nada que objetar respecto a las dudas de sus candidatos ni a sus ocurrencias; "un mercado predecible", prometía la aspirante a la presidencia del gobierno o "el fomento de la acuicultura acabará con el paro", anunciaba inspirado el cabeza de lista por Gran Canaria. Mismo augurio cara a las elecciones generales: un gran jefe y pocos indios, y Rivera, que se presenta a las primarias contra sí mismo..., qué lástima, un proyecto ilusionante, y cuánto se parece a la UPyD de Rosa Díaz, calcado.
Podemos. Y Pablo Iglesias que se viene arriba para desmarcarse de Izquierda Unida y de sus símbolos. Las verdades del barquero, sin piedad, que mi tocayo no da puntada sin hilo, para erradicar toda tentación de aspirar a subirse al carro: mensaje para los líderes, porque las bases se aprietan ya bajo el paraguas de plataformas y círculos del nuevo partido del pueblo. Juega de farol, porque sus votantes son los mismos, bueno, además de unos cientos de miles desencantados que confían su destino al régimen asambleario... hasta que Carmena se ponga a ello, a despedir trabajadores de la limpieza para que se encarguen las madres o cualquier otro disparate de similar magnitud. Suerte que las elecciones locales fueron antes que las generales. Otro pinchazo, vaticino, no somos tan de izquierdas. Por cierto, qué listos y arriesgados en el PSOE: ¿quieres Podemos?, pues toma dos platos.
El poder. La última fórmula de secuestro. Nos quejamos de la política como oficio, de la corrupción, de quienes se perpetúan en los cargos, deseamos permeabilidad social, dedicación por unos años al servicio público como paréntesis en la carrera laboral. Pues eso se acabó: alcaldes y concejales se bajan los sueldos hasta unos mínimos que impedirán que ningún profesional en su sano juicio abandone su actividad para estar expuesto noche y día, para asumir tanta responsabilidad y no llegar a fin de mes. La política excluye a los mejores con una medida tan fotogénica como absurda, qué paradoja. La retribución de los cargos electos debería estar tasada en firme.
Unión Deportiva. Me alegro por mis amigos pío-pío, que son más felices. La que nos espera.